Carnaval en La Rioja

Un festival que une a la gente.

Bonnie Tucker / FST
De todos los carnavales argentinos de raíces prehispánicas, la “Chaya”, que se celebra en febrero en la provincia de La Rioja, es un ejemplo perfecto de sincretismo contemporáneo. Combina elementos católicos y paganos en un producto cultural con ribetes teatrales y faranduleros. Un mito de cosecha propia lo diferencia de otros carnavales de este tipo. Aquí, la Pachamama (Madre Tierra) del Carnaval Andino de las provincias del norte se convierte en Chaya, la diosa diaguita del rocío que provee la humedad necesaria para la vida en el desierto. La festividad que lleva su nombre y deleita a miles de riojanos gira en torno al amorío infeliz que la muchacha que se convirtió en esta diosa mantuvo con el semidios Pujllay, quien tuvo un triste final por no haber sabido o podido corresponder ese amor.
La Chaya se celebra en los barrios de la capital y en localidades del interior de la provincia. En cada barrio, un muñeco de trapo de tamaño natural que representa a Pujllay es desenterrado para señalar el inicio de los festejos. El domingo de Carnaval, dos personas que representan a Chaya y Pujllay se unen en una boda simbólica. Pero más tarde, durante un animado evento reminiscente de las quemas de Judas que tanto entusiasman a algunas antiguas ciudades españolas, los parrandistas le prenden fuego al muñeco de Pujllay para liberarse de los malos pensamientos. En algunos barrios los restos chamuscados del muñeco son enterrados a continuación. Más tarde, se acompaña una copa de vino con pedazos de una Guagua (un muñeco realizado en masa).
… foto Chaya 1 BLOG.jpg Durante la Chaya, los riojanos también disfrutan de un festival folklórico que dura varias lunas (noches), parecido a los de la vecina provincia de Córdoba, líder nacional en la organización de tales eventos. Pero este festival viene con harina. En el transcurso de cada noche, algunos chayeros bailan al compás de la música, otros se quedan sentados mirando el espectáculo, y la mayoría se entregan a los juegos con harina. Alguna vez, esta situación llevó a un músico a comentar: “¡Les interesa más la harina que el festival!”
Existen versiones encontradas con respecto a la forma en que el Pujllay mitológico halló la muerte entre las llamas, pero el festival en sí apenas data de 1968, cuando José Jesús Oyola, poeta, músico y más tarde fundador de la Asociación Folclórica Riojana, decidió que sus comprovincianos necesitaban una fiesta anual que diferenciara a La Rioja de las demás provincias. Componen la liturgia de la misma, los ramilletes de albahaca que la gente lleva detrás de la oreja, los ríos de vino que corren, y muy especialmente los kilos de harina y baldazos de agua con los que la gente se da en esta época del año. Durante el festival folklórico, los artistas en el escenario también terminan blanqueados por las nubes de harina que quedan suspendidas en el ambiente.
… foto Chaya 2 BLOG.jpg Una fórmula para proteger el pelo del engrudo resultante de la mezcla de harina y agua, es llevar puesto un sombrero de ala ancha, como hicieron hace unos años el ex presidente Carlos Menem y su entonces esposa Cecilia Bolocco.
Este año la Chaya riojana se llevó a cabo entre el 13 y 21 de febrero. El festival de música folklórica, realizada del 19 al 22 de febrero en un estadio cerca del centro de la capital, fue presenciado por más de 10.000 personas cada noche.
El 27 de febrero, se llevará a cabo en la Plaza Facundo Quiroga en la capital, la maratón de “24 Horas de Chaya” para nuevos cantantes y compositores de música folklórica. Como siempre, los ganadores serán electos por el público.

FOTO CRÉDITOS: Jóvenes en la capital provincial posan con un muñeco de Pujllay y un bizcocho Guagua. Dos parrandistas disfrutan de sus caras enharinadas. Ambas imágenes cortesía de Sandra Bonetto.