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¿Mateamos?

Una visita al Museo del Mate en Tigre es un primer paso ideal hacia un viaje a Misiones y Corrientes.

Bonnie Tucker / FST
Una de las primeras cosas que llaman la atención a los turistas recién llegados a Buenos Aires es el gran número de personas que sorben una infusión a través de un tubito de metal introducido en un pequeño recipiente lleno de hojas y tallos molidos que humedecen con agua caliente de un termo o pava. El consumo de esta infusión de las hojas de yerba mate a través de una bombilla con un filtro en el extremo metido en dicha mezcla dentro de una calabaza u otro tipo de envase (llamado mate) es una antigua tradición regional compartida por ciudadanos de la Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Brasil.

Pero ni siquiera los consumidores habituales imaginan cuán intrincados son los ritos populares que se han construido en torno a esta práctica durante los últimos dos siglos, producto de injertos de diversas corrientes migratorias sobre un pie mestizo.
Para interiorizarse sobre las raíces de esta tradición en la Argentina, y disfrutar, de paso, de un acercamiento refrescante a la historia popular vernácula, tanto naturales como extranjeros deberían dar una vuelta por el nuevo Museo del Mate en Tigre, que presenta la evolución de las formas de preparar, servir y sorber esta infusión popular.

Si bien hoy día se tiende a decirle “mate” tanto a la infusión como al envase en que se la ceba (esto es, se la humedece con agua caliente), el museo se dedica al recipiente y al folklore asociado a él en la Argentina, el mayor productor mundial de la yerba mate.

Una visita a este museo es un primer paso ideal hacia un viaje a los esteros del Iberá en Corrientes, para luego concluir en Misiones, la provincia que, además de ser la mejor puerta de entrada a las Cataratas del Iguazú, es la productora y elaboradora líder de la yerba mate.
Inaugurado el 23 de febrero de 2009 en una elegante casona de los años 30 frente al río Tigre, el museo es la obra de Jorge Díaz, quien durante muchos años se desenvolvió como director de turismo de Baradero, una ciudad bonaerense sobre el río Paraná. La colección contiene más de 2.000 piezas adquiridas durante un período de 30 años por su creador, Francisco Scutellá, de Paraná, Entre Ríos. Scutellá, quien vendió la colección a Díaz, es el autor de cinco libros sobre la temática, que están entre los que se encuentran a la venta en la boutique del museo.
El primer grupo de objetos mostrado durante la visita guiada demuestra cómo las calabazas de distintos tipos le dieron al hombre algunas de sus primeras vajillas e instrumentos musicales. Luego aparece el primer termo (patentado en los Estados Unidos en 1907), y ejemplos de los mates con retratos de varios políticos argentinos, desde el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza (1801-1870) hasta el ex presidente Carlos Menem. Sólo aquellos de los ex presidentes Juan Domingo Perón (1895-1974) –realizado en porcelana blanca– y Menem –hecho de calabaza– son ejemplos de merchandising político, ya que fueron obsequiados a seguidores; los otros fueron comprados por admiradores.
La variedad de mates y yerberas (envases con compartimentos para yerba y azúcar, con tapas) demuestra hasta qué punto el sorber mate es una de las pocas costumbres que entusiasma a todas las clases sociales.
Además de humildes calabazas y hasta una cáscara de naranja en que se hacía la infusión, el museo tiene un mate de plata colonial con una campanita para llamar a la servidumbre, y delicados modelos en porcelana y cristal mandados a hacer en Europa por expatriados residentes en la región del Río de la Plata.
Hay varias pequeñas yerberas realizadas en calabaza o madera tallada para uso en la mesa, y un enorme recipiente hecho en madera que se usó hace 150 años para amenizar largos viajes en carretones tirados por bueyes. Tiene compartimentos separados para mates, bombillas, yerba, y hierbas y otros elementos para saborizar.
Están las latas pintadas en que se vendía la yerba en los almacenes de ramos generales, y los envases de cartón o vidrio que las reemplazaron durante las dos guerras mundiales que absorbieron todo artículo metálico en aras del esfuerzo bélico.
La dama que representa la República Argentina aparece sentada en la base de un mate de porcelana hecho el 1910 (en Alemania) en ocasión del Centenario de la Nación. El Mate del Bicentenario puede verse ya en Internet.
Hay mates que reflejan modas, necesidades y sentidos del humor. El “mate higiénico”, un invento de inmigrantes alemanes que tenían un Mate Club sobre la Avenida de Mayo en Buenos Aires, consistía en una boquilla de doble filtro individual que cada socio le ponía a la bombilla cuando le llegaba el mate durante la rueda de amigos. El “mate de los enamorados” tenía una bombilla bifurcada que les permitía a los novios sorber la infusión simultáneamente, y juntitos.

El “mate de la suegra celosa” fue un pequeño recipiente con dos asas que le permitía a la dama pasarlo al (o a la) pretendiente sin tocarle la mano.

El visitante se entera de que los mates de boca chica impiden que la tierra entre a la infusión en zonas ventosas como la Patagonia, y los de boca ancha son para lugares con poco viento, como las provincias del noreste. Los mates de calabaza están retobados en cuero para volverlos térmicos, y para evitar su rotura.

Los modelos contemporáneos pueden venir con una cobertura de piel de ñandú, pollo o surubí, y hasta escroto de toro. Más comunes aún son los espantosos mates de pesuña de vaca, que aparecen en casi todas las vidrieras de las casas de artículos regionales para turistas en la Argentina y Uruguay.
Los mates nunca se lavan; sólo se enjuagan. Curar una calabaza para convertirlo en un buen mate es un proceso complicado pero muy necesario, que requiere de una buena dosis de paciencia.

La colección de bombillas revela que este esencial elemento puede fabricarse con un hueso de pájaro, un tubo de plástico, o –en el caso de los pobres soldados argentinos que pelearon durante la Guerra de las Malvinas– un cuerpo de birome vacío.

El visitante también se informa de que la yerba se ha usado en licores, gaseosas y perfumes.Un video del Instituto Nacional de la Yerba Mate instruye sobre cómo se cosecha y procesa la yerba, y los efectos benéficos del producto para la salud.

En épocas normales (libres de la psicosis de la gripe A), un gaucho viene de San Antonio de Areco los fines de semana para enseñar a grupos cómo cebar un mate. La demostración se realiza en la matera que ocupa parte del jardín trasero del museo. Los 700 mates de toda forma y tamaño que cuelgan del cielorraso crean el ambiente perfecto para la mateada que se produce luego, en torno al fogón.´

Para quienes sienten que compartir una bombilla es antihigiénico, existen los mates y bombillas de plástico descartables que el Establecimiento Las Marías (de Corrientes) comercializa en bolsitas selladas, junto a un termo de telgopor y un paquete de su yerba Taragüi. Similar decisión tomaron los sirios, que importan mucha yerba desde mediados del siglo XIX; allí cada uno lleva su propio mate, bombilla y paquete de yerba a reuniones en que se comparte, a lo sumo, el agua caliente.

La boutique del museo vende mates retobados en diversas pieles y cueros; cimarroneras (grandes calabazas cortadas y ensambladas con clavos de madera que contienen el mate y la yerba de gente amiga del “cimarrón”, o mate amargo, sin azúcar), libros sobre la yerba y sus tradiciones, y deliciosos budincitos de frutas en que el ingrediente líquido fue la infusión.

El museo está abierto en Lavalle 289 en Tigre desde las 11 hasta las 18 hs de miércoles a domingo. Para mayor información, llame al 4506-9594, o vea http://www.elmuseodelmate.com/.

Para más información sobre la historia de la yerba y cómo cebarla, vea el artículo Historias de la yerba. Para saber dónde alojarse y aprender más sobre la cultura de la yerba en Misiones y Corrientes, vea La Ruta de la Yerba Mate.

FOTO CRÉDITOS: Dos mates de calabaza, uno pintado y el otro retobado en cuero crudo (Museo del Mate), Bonnie Tucker. Tres mates de asta (Museo del Mate), Bonnie Tucker. Circuito Superior, Cataratas del Iguazú, Marcelo Imbellone. Mate de caña con yerbera de madera tallada (Museo del Mate), Bonnie Tucker. Mate de porcelana circa 1910 (Museo del Mate), Bonnie Tucker. "Mate de los enamorados" (Museo del Mate), Bonnie Tucker. Mates retobados en piel de pollo y cuero crudo (Museo del Mate), Bonnie Tucker. Kit descartable "Mate Listo", Establecimiento Las Marías.

Caminatas y paseos guiados en lancha por el Delta

Todos los sábados, domingos y feriados, el Centro de Guías de Tigre y Delta del Paraná ofrece caminatas guiadas y visitas a diferentes lugares de interés en Tigre y el Delta. Por ejemplo, mañana, el 21 de junio, a las 16 hs, habrá una caminata gratuita de una hora por el Museo de la Reconquista en Tigre, que evoca los hechos históricos ocurridos en 1806 cuando las tropas inglesas se apoderaron de Buenos Aires y fueron derrotados luego que Santiago de Liniers (1753-1810), el militar francés que en ese entonces se desempeñaba como jefe de la estación naval española en Buenos Aires, desembarcó con tropas de refuerzo en Tigre.

El punto de encuentro es Av. S. de Liniers y Calle Padre Castañeda. Además, desde las 12.30 hs y cada hora, hay paseos guiados de una hora en lanchas de Líneas Delta (Stand Nº 6 del la Estación Fluvial) en que la guía explica las historias detrás de los clubes de remo, el Museo Naval Argentino, las casonas de veraneo de principios del siglo pasado, el Tigre Hotel y ex Tigre Club, la Escuela Nº 8, la Capilla Nuestra Sra. de Luján, el Museo Casa Domingo Faustino Sarmiento, el Puerto de Frutos, el Casino Trilenium y el Parque de la Costa. Se paga el valor del pasaje. Socios del Centro también conducen caminatas de dos horas y media en la zona de Tres Bocas en el Delta que ponen al visitante en contacto con la naturaleza y con los pobladores de las islas. El punto de encuentro de estas excursiones, que empiezan en lancha, es el stand de Todo Delta (Nº 2 en la Estación Fluvial) a las 14.45 hs. Cuesta 25 pesos con pasaje ida y vuelta incluido. Para mayor información, visite http://www.tododelta.com.ar/, o llame a Gabriela al 4749-4770 o a Luisa al 4743-1648, o al stand de Todo Delta al 4731-3555.


FOTO CRÉDITOS: Diorama del desembarque del Capt. Santiago de Liniers en Tigre, en el Museo de la Reconquista; lancha colectiva en el Delta. Ambas fotos de Bonnie Tucker.

Transporte gratuito al shopping del puerto de Tigre

Todos los sábados y domingos, Mercados del Delta, el nuevo paseo de compras en el Mercado de Frutos de Tigre, pone a disposición de los compradores un colectivo gratuito que sale del estacionamiento frente a la terminal ferroviaria cada media hora desde las 11.30 hasta las 19.30. Por ordenanza municipal, no se permite circular con autos dentro del Mercado debido al congestionamiento producido por los miles de personas que van allí esos días. También se puede ir caminando; sólo ocho cuadras median entre la terminal y el Mercado de Frutos. Pida un mapa en la Oficina de Turismo en la Estación Fluvial frente a la terminal. El centro de compras ocupa los galpones del puerto que Casa FOA, la exposición de diseño y decoración, reacondicionó para su 25ª edición el año pasado. Sus 48 exclusivos locales, patio de comidas, juegos para niños y espacio para exposiciones culturales están abiertos desde las 10 hasta las 19 hs de martes a viernes y hasta las 20 hs los sábados, domingos y feriados. Da un toque de modernidad al Mercado de Frutos, donde uno todavía puede encontrar muebles de mimbre, plantas y otros productos del Delta. También atiende la demanda de la afluencia masiva de consumidores de fin de semana, de quienes más de 100.000 hicieron compras, comieron y asistieron a espectáculos allí durante los cuatro días de la última Semana Santa. Vea más en http://www.mercadosdeldelta.com.ar/.

FOTO CRÉDITOS: 25ª edición de Casa FOA en el Mercado de Frutos en Tigre, precursor del centro de compras Mercados del Delta, Bonnie Tucker

Tigre festeja nuevo acceso

Más de 90.000 personas asistieron al festival de música folklórica con que Tigre festejó frente al Club Hacoaj la inauguración de la nueva rotonda de la ciudad el 25 de mayo. La Sole, Los Nocheros y El Chaqueño cantaron durante la fiesta de dos horas, que finalizó con un gran espectáculo de fuegos artificiales.

Promos del 25 en Tigre

Cuando llega un feriado con un fin de semana largo, es bueno chequear el portal de Tigre, http://www.vivitigre.gov.ar/, por las tentadoras ofertas en alojamiento, gastronomía y recreación que trae en esas fechas. Por ejemplo, durante el finde largo que incluye el 25 de mayo, quienes se alojan dos noches uno de los 21 hoteles que participan de la promo promovida por la Municipalidad se beneficiarán de una tercera noche gratis y “late check-out” el cuarto día, además de vouchers “Tigre Invita” que otorgan descuentos en actividades y entradas a museos.
El sábado 23 y domingo 24 de mayo, se realizarán en Tigre las “Noches de los Museos”, dos jornadas en las que cuatro museos abrirán sus puertas con entrada gratuita en el horario de 18 a 24 hs. Adhieren a esta propuesta el Museo de Arte Tigre (foto), el Museo del Mate, el Museo de la Reconquista y el Museo Naval. Y como atractivo agregado, restaurantes de la ciudad brindarán un importante descuento en las cenas, acreditando la visita a dos de los museos participantes en las jornadas.

La lista de establecimientos participantes en esta promoción se encuentra a disposición en el antes mencionado portal, o en las oficinas de Información al Turista en la Estación Fluvial de Tigre, Estación Central TBA, Puerto de Frutos y en los museos participantes.

Esta ciudad bonaerense en el umbral del Delta del Paraná es un lugar ideal para descansar o practicar deportes acuáticos, y las numerosas opciones de esparcimiento que brinda la están convirtiendo en un destino muy popular. La oficina de turismo municipal informó que durante la Semana Santa más de 200.000 visitantes pasaron parte o la totalidad de su descanso de cuatro días allá. La ocupación hotelera en esta urbe, que está a solo 32 km de Buenos Aires, fue del 98 por ciento, con más de 2.000 personas alojadas en hosterías, hoteles, cabañas y campings en la ciudad y en el Delta. Las lanchas de pasajeros de línea transportaron a más de 20.000 pasajeros hasta hosterías y restaurantes en el Delta, y más de 15.000 visitantes más disfrutaron de paseos turísticos en catamaranes y otras embarcaciones turísticas. El museo de arte municipal recibió 400 visitas por día (o 1.600 en cuatro días), pero la mayoría de la gente optó por esparcimientos más banales en el parque de diversiones y el casino, que tuvieron una afluencia de 60.000 personas durante el mismo período.

Tandil

Sierras y mucho más.

Bonnie Tucker / FST
Para quien llega por ruta desde el norte, las antiguas sierras precámbricas que enmarcan la pequeña ciudad de Tandil en medio de la llanura pampeana insinúan aventura, si no misterio. Algunos edificios en torre se apiñan al pie de un cerrito coronado por un castillo de factura morisca; el resto de la ciudad de casas bajas y placenteras calles arboladas se extiende sobre terrenos ondulantes en torno a ellos.
Los árboles más altos pertenecen al barrio más antiguo, aquel que fuera ocupado por personal jerárquico del Ferrocarril del Sur durante el auge del sistema ferroviario argentino, cuando fue manejado por ingleses, desde fines de la década de 1880 hasta mediados del siglo XX. Los árboles más pequeños fueron plantados por gente que se afincó allí en años posteriores y quería continuar disfrutando del confort que da la sombra en una región que no tiene especies autóctonas de follaje tupido.

El visitante nota que muchas calles están adoquinadas – testimonio de la faceta picapedrera de la historia y personalidad de la ciudad. Se ve obligado a reducir la marcha para pasar los lomos de burro que protegen a la población de los adictos a la velocidad y las cunetas por donde escurre el agua que baja rauda de los cerros cuando llueve fuerte.

El sistema de drenaje complementa una de las rarezas más notables de Tandil: una represa que se encuentra a no más de 10 cuadras del centro; se erigió después que parte de la ciudad se inundara en 1951. Desde entonces, la gente ha construido confiadamente sus hogares hasta el pie mismo de la pared de 12 metros; detrás hay un lago de unas 19 hectáreas rodeado por un parque arbolado donde los vecinos leen, toman sol y pasean en torno al espejo de agua donde gente más activa pesca y practica canotaje o windsurf.

Esta ciudad de unos 130.000 habitantes no es muy grande y, tarde o temprano, el visitante seguramente se topará con el edificio más antiguo: una posta del siglo XIX que hoy día alberga
Época de Quesos, una famosa quesería y restaurante que comercializa más de 50 tipos de quesos, jamones y salchichas. Son productos que elaboran descendientes de los inmigrantes españoles, italianos, daneses, belgas y holandeses que llegaron antes y después de la construcción del ferrocarril. Las numerosas fábricas de quesos, cuyos procesos de fabricación van de lo más moderno hasta lo artesanal, revelan la raíz agraria de la ciudad.
Frente a la Plaza Independencia, la catedral de estilo ecléctico tiene dos torres y una cúpula en forma de torre, cuya inspiración es atribuida por algunos a la Iglesia del Sagrado Corazón de París. Los frescos que adornan las paredes, el suntuoso altar principal dorado a la hoja y los altares menores recuerdan el interior de una iglesia de una próspera ciudad europea del siglo XVIII. Sin embargo, el edificio adquirió su aspecto actual en una remodelación realizada hace tan solo 40 años.
En el verano, los frondosos tilos de la plaza dan una sombra tan fresca como el aire acondicionado.
Frente a la iglesia, una maqueta metálica del fuerte fronterizo que fue la simiente de la ciudad recuerda al viajero lo mal que los primeros colonos europeos lo pasaban en el siglo XIX antes de que la campaña militar dirigida por el general Julio A. Roca matara, ahuyentara o encerrara en reservas a los indígenas de la zona. La posta donde ahora opera Época de Quesos fue uno de los primeros edificios construidos fuera de los confines del fuerte, y su sótano se usó tanto para almacenamiento como para protección contra posibles malones.
Los indígenas, que solían apacentar en las buenas praderas del lugar el ganado que les robaban a las estancias europeas, fueron quienes le dieron a la ciudad el nombre que hoy tiene; “Tandil” significa “piedra que late” en lengua mapuche. Se referían a la gran piedra que oscilaba en equilibrio sobre una inclinación roma en la cúspide de un cerro a 5 km de lo que ahora es el centro de la ciudad. Apodada “La Movediza” por los españoles, ya hacia 1880 era una atracción turística internacional porque la construcción del ferrocarril inmediatamente luego de la “Campaña del Desierto” posibilitó un viaje rápido y cómodo desde Buenos Aires. Los visitantes se divertían colocando botellas en el punto de contacto de la Movediza con su base en el cerro para ver cómo el vidrio se rompía unas horas después –indicación de que la piedra se movía, aunque en forma imperceptible. Fotos de la época muestran La Movediza y las otras piedras a su alrededor cubiertas de graffiti y publicidad, prueba de que la tentación de someter las maravillas de la naturaleza al vandalismo era tan fuerte hace un siglo como lo es en la actualidad. El deseo de pavonearse también: las fotos más famosas muestran personas paradas –y hasta haciendo equilibrio sobre una mano– encima de la piedra.
Luego de muchos milenios de hacer equilibrio, La Movediza se cayó una tarde calurosa de febrero de 1912. Durante muchos años, los tandilenses dijeron que la había fulminado un rayo. Pero ahora que muchos vecinos se han convencido de que la explotación de las canteras está destruyendo los cerros que hacen única su región, algunos historiadores sostienen que La Movediza fue dinamitada por obreros de una cantera cercana que se cansaron de las permanentes interrupciones de su trabajo ocasionadas por extranjeros adinerados que querían fotografiarse junto a ella.
Durante 95 años, los tandilenses lamentaron la ausencia de La Movediza, ignorando El Centinela, una gran piedra en equilibrio que milagrosamente ha sobrevivido los trabajos en otra cantera, en otro cerro, y permanece en su lugar sin moverse. Pero es La Movediza, y no El Centinela, la roca que aparece en el blasón de la ciudad. Finalmente, en 2007, la Secretaría de Turismo de la

Nación pagó 500.000 pesos para fabricar un clon de La Movediza y colocarlo en el lugar de la piedra original. Hueca, hecha de resina, más chica que su predecesora y fijada al cerro, la falsa piedra está rodeada por barandas que se supone sirven para evitar que los visitantes se caigan del cerro, y a la vez proteger la superficie rocosa de sus aerosoles.

Mientras tanto, El Centinela se yergue libre de ataduras en el cerro homónimo, llena de graffiti en las caras que son accesibles al público. Hace una década que funciona allí un centro recreativo donde uno puede hacer senderismo o soga tirolesa, cabalgar y andar en bicicleta todo el año o divertirse con toboganes de agua en verano.

Pero la mayoría de los visitantes van para disfrutar de una exquisita gastronomía regional en el Parador del Cerro o en un restaurante que ofrece una vista estupenda de la ciudad desde la cima de un cerro cercano, al que se accede en una aerosilla.
El otro cerro famoso de Tandil es el Monte Calvario, cuyas laderas arboladas albergan el Vía Crucis más célebre del país, hecho con estatuas que están distribuidas a lo largo de un sendero que asciende hasta un gigantesco crucifijo ubicado en una plaza en la cima. Construido en la década de 1940, atrae a miles de peregrinos durante Semana Santa.
Sin embargo, los principales atractivos de Tandil ya no son ni su Vía Crucis ni sus fiambres. Es una ciudad tranquila, la gente es amable, y no hay industrias contaminantes. El turista va allí para descansar, disfrutar del aire puro y practicar deportes en los cerros –o en el cielo.
El Club de planeadores de Tandil (02293-431-243), que dista 15 km del centro, es el segundo más antiguo del país. Sus miembros, que ofrecen a los turistas vuelos de bautismo, disfrutan todo el año de las corrientes de aire ascendentes que prodiga la peculiar topografía del lugar. El Hangar del Cielo, un aeródromo a 7 km del Club de planeadores, ofrece vuelos en parapente o en ultraliviano.
El Aero Club Tandil, más cerca de la ciudad, brinda a quienes gustan de la adrenalina saltos en paracaídas con caída libre de 3.000 metros con instructores especializados.
La ciudad tiene dos clubes de golf donde pueden jugar visitantes: uno con una cancha fácil, y otro con una cancha difícil, rodeado por un club de campo.
En las sierras de Tandil el senderismo, el ciclismo, la escalada en roca y las cabalgatas son las principales actividades de aventura amigables con el medio ambiente que se practican, y las excursiones en cuatriciclos –desgraciadamente bien atrincheradas en el universo recreacional del hombre urbano argentino– las del otro tipo.
Dos prestadores ofrecen cabalgatas en los cerros de Tandil. Son muy distintos entre sí, pero ambos son buenos e informan a los jinetes sobre la flora local.

El Penacho (02293-447-015), que se encuentra al lado de la colonia de vacaciones Don Bosco, es un emprendimiento de los Heredia que pone al visitante en contacto con las costumbres de las familias del interior. Son amansadores profesionales cuya casa rebosa de trofeos ganados en concursos de arte ecuestre criollo. Gabriel Barletta (02293-427-725) es un pintoresco showman que hace todo lo posible para conseguir que sus clientes pierdan el miedo a los caballos y aprendan a cabalgar, y su excursión vespertina termina con canciones en torno a un fogón. Uno de sus programas se desarrolla dentro de la Reserva Natural Sierra del Tigre, donde animales autóctonos como llamas y guanacos andan libres, y se prohíbe la entrada a los ruidosos cuatriciclos.
De todos los 80 hoteles, hosterías y complejos de cabañas y departamentos disponibles para el turista, dos hosterías en las afueras de la ciudad tienen un encanto especial para quien busca tranquilidad y contacto con la naturaleza:

Ave María (02293-422-843), una casa de estilo normando rodeada por un bosque en una estancia de 400 hectáreas, y Las Acacias (02293-423-373), un casco de tambo genialmente restaurado, cerca del club de golf tradicional.

Los viajeros que buscan una opción “bed and breakfast” especial se alojan en lo de Michael y Judy Hutton (02293-426-989) en el centro. El matrimonio eligió Tandil como lugar de retiro luego de manejar estancias en Corrientes durante más de 40 años, son amenos conversadores, y preparan un inolvidable Pimms.
Tandil tiene otra ventaja más para el viajero: su proximidad a Buenos Aires (360 km – 5 horas en bus, 4 horas en auto) y a ciudades balnearias como Mar del Plata (168 km) y Pinamar (200 km) en la costa atlántica. Esta cercanía es una tentación de pasar una semana disfrutando de los contrastes entre las sierras y la costa de la provincia de Buenos Aires.
Para mayor información sobre las opciones tandilenses,