¿Mateamos?

Una visita al Museo del Mate en Tigre es un primer paso ideal hacia un viaje a Misiones y Corrientes.

Bonnie Tucker / FST
Una de las primeras cosas que llaman la atención a los turistas recién llegados a Buenos Aires es el gran número de personas que sorben una infusión a través de un tubito de metal introducido en un pequeño recipiente lleno de hojas y tallos molidos que humedecen con agua caliente de un termo o pava. El consumo de esta infusión de las hojas de yerba mate a través de una bombilla con un filtro en el extremo metido en dicha mezcla dentro de una calabaza u otro tipo de envase (llamado mate) es una antigua tradición regional compartida por ciudadanos de la Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Brasil.

Pero ni siquiera los consumidores habituales imaginan cuán intrincados son los ritos populares que se han construido en torno a esta práctica durante los últimos dos siglos, producto de injertos de diversas corrientes migratorias sobre un pie mestizo.
Para interiorizarse sobre las raíces de esta tradición en la Argentina, y disfrutar, de paso, de un acercamiento refrescante a la historia popular vernácula, tanto naturales como extranjeros deberían dar una vuelta por el nuevo Museo del Mate en Tigre, que presenta la evolución de las formas de preparar, servir y sorber esta infusión popular.

Si bien hoy día se tiende a decirle “mate” tanto a la infusión como al envase en que se la ceba (esto es, se la humedece con agua caliente), el museo se dedica al recipiente y al folklore asociado a él en la Argentina, el mayor productor mundial de la yerba mate.

Una visita a este museo es un primer paso ideal hacia un viaje a los esteros del Iberá en Corrientes, para luego concluir en Misiones, la provincia que, además de ser la mejor puerta de entrada a las Cataratas del Iguazú, es la productora y elaboradora líder de la yerba mate.
Inaugurado el 23 de febrero de 2009 en una elegante casona de los años 30 frente al río Tigre, el museo es la obra de Jorge Díaz, quien durante muchos años se desenvolvió como director de turismo de Baradero, una ciudad bonaerense sobre el río Paraná. La colección contiene más de 2.000 piezas adquiridas durante un período de 30 años por su creador, Francisco Scutellá, de Paraná, Entre Ríos. Scutellá, quien vendió la colección a Díaz, es el autor de cinco libros sobre la temática, que están entre los que se encuentran a la venta en la boutique del museo.
El primer grupo de objetos mostrado durante la visita guiada demuestra cómo las calabazas de distintos tipos le dieron al hombre algunas de sus primeras vajillas e instrumentos musicales. Luego aparece el primer termo (patentado en los Estados Unidos en 1907), y ejemplos de los mates con retratos de varios políticos argentinos, desde el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza (1801-1870) hasta el ex presidente Carlos Menem. Sólo aquellos de los ex presidentes Juan Domingo Perón (1895-1974) –realizado en porcelana blanca– y Menem –hecho de calabaza– son ejemplos de merchandising político, ya que fueron obsequiados a seguidores; los otros fueron comprados por admiradores.
La variedad de mates y yerberas (envases con compartimentos para yerba y azúcar, con tapas) demuestra hasta qué punto el sorber mate es una de las pocas costumbres que entusiasma a todas las clases sociales.
Además de humildes calabazas y hasta una cáscara de naranja en que se hacía la infusión, el museo tiene un mate de plata colonial con una campanita para llamar a la servidumbre, y delicados modelos en porcelana y cristal mandados a hacer en Europa por expatriados residentes en la región del Río de la Plata.
Hay varias pequeñas yerberas realizadas en calabaza o madera tallada para uso en la mesa, y un enorme recipiente hecho en madera que se usó hace 150 años para amenizar largos viajes en carretones tirados por bueyes. Tiene compartimentos separados para mates, bombillas, yerba, y hierbas y otros elementos para saborizar.
Están las latas pintadas en que se vendía la yerba en los almacenes de ramos generales, y los envases de cartón o vidrio que las reemplazaron durante las dos guerras mundiales que absorbieron todo artículo metálico en aras del esfuerzo bélico.
La dama que representa la República Argentina aparece sentada en la base de un mate de porcelana hecho el 1910 (en Alemania) en ocasión del Centenario de la Nación. El Mate del Bicentenario puede verse ya en Internet.
Hay mates que reflejan modas, necesidades y sentidos del humor. El “mate higiénico”, un invento de inmigrantes alemanes que tenían un Mate Club sobre la Avenida de Mayo en Buenos Aires, consistía en una boquilla de doble filtro individual que cada socio le ponía a la bombilla cuando le llegaba el mate durante la rueda de amigos. El “mate de los enamorados” tenía una bombilla bifurcada que les permitía a los novios sorber la infusión simultáneamente, y juntitos.

El “mate de la suegra celosa” fue un pequeño recipiente con dos asas que le permitía a la dama pasarlo al (o a la) pretendiente sin tocarle la mano.

El visitante se entera de que los mates de boca chica impiden que la tierra entre a la infusión en zonas ventosas como la Patagonia, y los de boca ancha son para lugares con poco viento, como las provincias del noreste. Los mates de calabaza están retobados en cuero para volverlos térmicos, y para evitar su rotura.

Los modelos contemporáneos pueden venir con una cobertura de piel de ñandú, pollo o surubí, y hasta escroto de toro. Más comunes aún son los espantosos mates de pesuña de vaca, que aparecen en casi todas las vidrieras de las casas de artículos regionales para turistas en la Argentina y Uruguay.
Los mates nunca se lavan; sólo se enjuagan. Curar una calabaza para convertirlo en un buen mate es un proceso complicado pero muy necesario, que requiere de una buena dosis de paciencia.

La colección de bombillas revela que este esencial elemento puede fabricarse con un hueso de pájaro, un tubo de plástico, o –en el caso de los pobres soldados argentinos que pelearon durante la Guerra de las Malvinas– un cuerpo de birome vacío.

El visitante también se informa de que la yerba se ha usado en licores, gaseosas y perfumes.Un video del Instituto Nacional de la Yerba Mate instruye sobre cómo se cosecha y procesa la yerba, y los efectos benéficos del producto para la salud.

En épocas normales (libres de la psicosis de la gripe A), un gaucho viene de San Antonio de Areco los fines de semana para enseñar a grupos cómo cebar un mate. La demostración se realiza en la matera que ocupa parte del jardín trasero del museo. Los 700 mates de toda forma y tamaño que cuelgan del cielorraso crean el ambiente perfecto para la mateada que se produce luego, en torno al fogón.´

Para quienes sienten que compartir una bombilla es antihigiénico, existen los mates y bombillas de plástico descartables que el Establecimiento Las Marías (de Corrientes) comercializa en bolsitas selladas, junto a un termo de telgopor y un paquete de su yerba Taragüi. Similar decisión tomaron los sirios, que importan mucha yerba desde mediados del siglo XIX; allí cada uno lleva su propio mate, bombilla y paquete de yerba a reuniones en que se comparte, a lo sumo, el agua caliente.

La boutique del museo vende mates retobados en diversas pieles y cueros; cimarroneras (grandes calabazas cortadas y ensambladas con clavos de madera que contienen el mate y la yerba de gente amiga del “cimarrón”, o mate amargo, sin azúcar), libros sobre la yerba y sus tradiciones, y deliciosos budincitos de frutas en que el ingrediente líquido fue la infusión.

El museo está abierto en Lavalle 289 en Tigre desde las 11 hasta las 18 hs de miércoles a domingo. Para mayor información, llame al 4506-9594, o vea http://www.elmuseodelmate.com/.

Para más información sobre la historia de la yerba y cómo cebarla, vea el artículo Historias de la yerba. Para saber dónde alojarse y aprender más sobre la cultura de la yerba en Misiones y Corrientes, vea La Ruta de la Yerba Mate.

FOTO CRÉDITOS: Dos mates de calabaza, uno pintado y el otro retobado en cuero crudo (Museo del Mate), Bonnie Tucker. Tres mates de asta (Museo del Mate), Bonnie Tucker. Circuito Superior, Cataratas del Iguazú, Marcelo Imbellone. Mate de caña con yerbera de madera tallada (Museo del Mate), Bonnie Tucker. Mate de porcelana circa 1910 (Museo del Mate), Bonnie Tucker. "Mate de los enamorados" (Museo del Mate), Bonnie Tucker. Mates retobados en piel de pollo y cuero crudo (Museo del Mate), Bonnie Tucker. Kit descartable "Mate Listo", Establecimiento Las Marías.