Carmelo con dos estilos

Un resort internacional sinergiza con el pasado.

Bonnie Tucker / FST
Desde su inauguración en 1999, el exclusivo resort que opera bajo la marca Four Seasons en Carmelo ha sido un referente arquitectónico para los constructores de casas en esa parte del Uruguay. Cuando la cadena hotelera canadiense se hizo cargo de su gerenciamiento en 2001, su servicio se convirtió en una pauta a emular en ambas orillas del Río de la Plata, y los masajes y tratamientos de belleza que se hacen en su spa de estilo balinés siguen siendo inigualables. Su cancha de golf de 18 hoyos par 72, diseñada por un prestigioso estudio de arquitectura, es la escena de muchos torneos internacionales importantes.

La mayoría de sus huéspedes van allí para relajarse en el spa, jugar al golf y ser mimados. Hay, sin embargo, opciones adicionales en los alrededores, entre ellas una conexión inesperada con el pasado colonial de la región.
Una de las excursiones más interesantes ofrecidas por el resort es una cabalgata hasta la Finca Narbona, una chacra con vacas lecheras, una fábrica de quesos artesanales, un viñedo, una vieja bodega que alberga una posada de dos habitaciones, y un restaurante que sirve unas excelentes tablas frías acompañadas por un robusto vino Tannat, y tal vez un plato de pasta a continuación, si a los comensales les quedó lugar.

El paseo a caballo por el bosque y las cuchillas lleva dos horas, y luego del almuerzo los visitantes pueden volver al resort en un minibús si tienen más ganas de dormir la siesta que seguir cabalgando.
Pero en la campiña entre Carmelo y Nueva Palmira queda mucho más por descubrir que este exclusivo emprendimiento rural. Finca Narbona ocupa sólo una ínfima parte de lo que fuera la Estancia Narbona, una extensa propiedad que en el siglo XVIII se dedicó más a la extracción de piedra caliza y la fabricación de cal que al ganado. Y la antigua casona queda a poca distancia, en los altos de una loma.
La propiedad perteneció a Juan de Narbona, un español emprendedor que llegó a Buenos Aires en 1707. Joven y analfabeto, estaba dotado de un fino instinto para los negocios. Empezó con una vaquería, comercializando los cueros y el sebo obtenidos del ganado cimarrón cazado por los gauchos. Sin embargo, pronto encontró más rentables la trata de esclavos y la piedra caliza. A menos de 10 años de su arribo al Nuevo Mundo, ya era el principal proveedor de cal de la ciudad de Buenos Aires. El gobernador Juan Valdez le dio el terreno en que construyó el monasterio de la Recoleta y la Iglesia del Pilar, inaugurados en 1732. Se decía en esa época que también prosperó con el contrabando y la usura.

Los túneles que comunicaban su mansión en Buenos Aires con el río eran legendarios. Se rumoreaba, además, que Bruno Mauricio de Zabala, el gobernador de Buenos Aires y fundador de Montevideo que ayudó a Narbona a conseguir una concesión para abrir una nueva cantera de piedra caliza en Uruguay, fue uno de sus deudores.
Narbona construyó la casona y capilla de su estancia uruguaya sobre la cima de una colina con vista al Arroyo de las Víboras alrededor de 1735. Los hornos de cal que instaló en la propiedad fueron los primeros en esa parte del Virreinato del Río de la Plata. La venta de leña obtenida de los bosques vírgenes de la región y los cueros provistos por los enormes rodeos de vacunos cimarrones que vagaban por allí le daban ingresos adicionales que lo ayudaron a consolidar su fortuna en Buenos Aires, conseguir más contratos de construcción y construir el monasterio e iglesia de Santa Catalina de Sena, inaugurados en 1745.
Cuando murió en 1750, Narbona fue enterrado debajo del piso de la Iglesia del Pilar, mucho antes de que el gobierno argentino prohibiera ese tipo de entierros e instalara lo que es hoy el Cementerio de la Recoleta.
Los jesuitas, quienes en 1742 fundaron la Estancia del Río de las Vacas cerca de la propiedad de Narbona, también explotaban la piedra caliza. Igualmente, tenían esclavos. Fueron quienes introdujeron la viticultura en el Uruguay. Pero las vides se plantaron en torno a la Finca Narbona recién a comienzos del siglo XX.

Quienes vienen en auto desde Carmelo encontrarán la Finca Narbona apenas pasando el Molino y Puente Castells, construidos hace 150 años sobre el Arroyo de las Víboras. El camino de tierra que lleva a la Estancia Narbona empieza a la derecha, justo al cruzar el puente.Lleva a otro camino de tierra que sube hacia la izquierda hasta llegar al casco de la antigua Estancia Narbona.

Rodeado de un parque informal embellecido por grandes árboles nativos, el edificio gris plagado por la humedad tiene un aire de fortaleza con sus gruesas paredes, sus altos techos a dos aguas y ventanas con rejas y su torre de observación de tres pisos. La “L” que forma con la capilla abraza un ancho patio pavimentado que es rodeado a su vez por una pared baja en que el portón de reja está enmarcado por masivos pilares.
En la capilla, dos nichos de pared contienen imágenes religiosas, y una puerta de madera en el piso lleva a un sepulcro donde fueron enterrados gente de la zona y los esclavos de la familia; el mismo llevaba, se cree, a un túnel que bajaba al arroyo. La torre fue construida por Martín Camacho, el yerno de Narbona, quien continuó explotando la propiedad luego de la muerte de su suegro. Cuando yo estuve allí en 2006, varias “tejas musleras” que se usaban para techar –llamadas así porque los esclavos les daban forma sobre sus muslos– estaban apiladas debajo una de las ventanas de la capilla.
El resort no alienta a sus huéspedes a visitar la vieja casona de la Estancia Narbona porque ha recibido poco mantenimiento pese a ser un Monumento Histórico Nacional y propiedad del gobierno uruguayo desde mediados del siglo pasado. No obstante, les informa del horario y pueden ir en un remise.
La casona y capilla de la Estancia Narbona pueden visitarse todos los días menos el lunes y viernes, desde las 9 hasta las 17. Anuncie la hora de su llegada llamando al +598-540-4154.
El teléfono de la Finca Narbona es +598-540-4778, y el del resort Four Seasons en Carmelo +598-542-9000.

FOTO CRÉDITOS: Cancha de golf y pileta del resort Four Seasons en Carmelo, Bonnie Tucker. Entrada al restaurant y ventana de la bodega de la Finca Narbona, Bonnie Tucker. Iglesia del Pilar en Buenos Aires, Bonnie Tucker. Entrada al patio del casco de la Estancia Narbona, Bonnie Tucker. Patio del casco de la Estancia Narbona, Bonnie Tucker. Interior de la capilla, y “tejas musleras”, Estancia Narbona, Bonnie Tucker.