El poder de la naturaleza

El hechizo de las cataratas del Iguazú, el “agua grande” de los guaraníes.

Bonnie Tucker / FST
Aún hoy, con toda la fanfarria turística que rodea las cataratas del Iguazú, no es difícil imaginarse lo que sintió el explorador español Alvar Núñez Cabeza de Vaca (1490-1560) cuando en agosto de 1541 encontró este lugar en el curso de una travesía desde la costa atlántica hasta Asunción, donde debía asumir la gobernación. Su expedición a través de selvas y serranías inexploradas llevó cinco meses. Sus guías, miembros de una tribu tupí guaraní, le contaban sobre el u-guazú (agua grande) que encontrarían en el camino. En su libro Naufragios, en el que narró sus increíbles aventuras en América, hizo referencia a aguas que caían desde las alturas “con gran fuerza”, produciendo impresionantes cortinas de bruma.
Hoy día, las cataratas del Iguazú y la selva de gran biodiversidad que las rodea son protegidas por parques nacionales en Argentina y Brasil, que reciben más de un millón de turistas por año. Pertenecen a la Argentina más del 70 por ciento de las 275 cataratas que se despeñan de una falla con forma de herradura en el lecho del río Iguazú, y es allí donde se vive más intensamente la experiencia de explorarlas por medio de pasarelas que pasan a sus pies o por encima de ellas. Brasil, en cambio, cuenta con una pasarela y las mejores vistas panorámicas. Los dos parques, uno de cada lado del río que marca la frontera entre ambos países, son gestionados por concesionarios con mucha experiencia en el manejo profesional del turismo masivo.

Argentina
La mayor parte de la acción se desarrolla en el parque argentino, que ofrece muchas posibilidades de acercarse a las aguas rugientes. Tres pasarelas con plataformas de observación permiten vivir la experiencia de las cataratas: la del Circuito Inferior que serpentea en medio de la selva sobre una cuesta y la del Circuito Superior que pasa por encima de varios saltos, ambas cerca de la entrada al parque; y aquella de 1 km de largo sobre el río que permite llegar a la Garganta del Diablo, el conjunto de saltos con mayor caudal de agua. Se puede hacer todo esto en un día, pero a los apurones.

El concesionario traslada a los turistas entre las pasarelas en pequeños trenes. Uno de ellos va desde la entrada al parque hasta los accesos a los primeros dos circuitos, y el otro, desde allí hasta la pasarela a la Garganta del Diablo. El uso de los trenes está incluido en el precio de la entrada. Sin embargo, constituyen un cuello de botella cuando hay mucha gente en el parque. Usted puede ahorrar tiempo caminando por el Sendero Verde el medio kilómetro que separa la entrada al parque de la de los primeros dos circuitos. También puede caminar hasta la terminal de la Garganta del Diablo. Pero en este último caso conviene esperar el tren tanto a la ida como a la vuelta; el sendero de 3 km al lado de las vías posiblemente esté embarrado, hace calor, puede llover y el tren no parará para levantarlo si usted se arrepiente de su decisión de caminar.

¡No alimente los coatíes! Ignórelos, por su seguridad y la de los demás. Los turistas que les dan de comer los han malacostumbrado a buscar alimento en las mochilas, y hubo casos de ataques a personas que amagan con darles de comer y luego no lo hacen.
Si usted decide emprender la subida empinada a los tres puntos de observación en la Isla San Martín, tiene que tener tiempo y estar en forma. Una lancha lo lleva allí en forma gratuita desde un desembarcadero que queda al final de un ramal del Circuito Inferior. Las llegadas y salidas de la lancha de la isla no están sincronizadas con las dos horas que lleva la caminata, de manera que si va por la tarde, asegúrese de estar de vuelta en la playa para tomar la última lancha de vuelta.
Cuando hay luna llena, usted puede sumarse a una de las caminatas nocturnas por la pasarela hasta el borde de la Garganta del Diablo, y festejar la experiencia con una caipirinha al regreso a la explanada de la entrada al parque.
En definitiva, le hará falta un segundo día de estadía si desea participar de uno de los paseos en lancha hasta el pie de las cataratas o hacer una caminata para ver los monos del selvático Sendero Macuco, de 3,6 km de extensión. Si emprende la caminata por la tarde, asegúrese de estar de vuelta antes de que anochezca. Y no se olvide del Centro de Visitantes, con sus excelentes salones dedicados a la interpretación de la naturaleza y la historia cultural de la región.
Quien desea visitar el parque durante dos días consecutivos tendrá un descuento del 50% sobre su entrada del segundo día si hace sellar la del primer día al salir del parque.

Su permanencia en Puerto Iguazú fácilmente se extenderá a tres o cuatro días si también se suma a una excursión especializada de avistaje de aves o de interpretación de la naturaleza por senderos apartados del parque, de la mano de Rainforest, o visita con Cuenca el centro de rehabilitación de fauna silvestre Güira-Oga, el memorial Aripuca de los árboles gigantes de la pluviselva, o la aldea guaraní Fortín Mbororé en las afueras de la ciudad.

Brasil
Desde el lado brasileño, las cataratas pueden verse en dos horas, si uno no pasa demasiado tiempo en el interesantísimo jardín de aves o el museo de ciencias naturales o decide hacer soga tirolesa y pasear en lancha por el río. Los buses turísticos con techos corredizos salen desde la entrada al parque cada cinco minutos, y hacen un recorrido fijo con paradas en que los turistas pueden descender o subir a voluntad.

Los puntos para tomar imágenes son la plataforma cerca del hotel emplazada del lado del río opuesto al del Hotel Sheraton en la Argentina; la torre de observación frente a las cataratas en el cañadón en cuyo fondo está la Garganta del Diablo; una explanada de observación sobre el río, y una pasarela sobre una catarata que ofrece una vista distante de la Garganta. La última parada en el recorrido del bus es Espacio Puerto Canoas, el espacioso restaurante cuya presencia empaña la sensación de naturaleza que envuelve la Garganta del Diablo vista desde el lado argentino, quedando a la vez demasiado lejos del borde de las cataratas para ofrecer a los comensales una buena vista de las mismas.
Muchos turistas que quieren ahorrar plata en su visita al lado brasileño toman en Puerto Iguazú un bus de línea que los deja en Foz de Iguaçu y desde allí un taxi hasta el parque. Otra opción es contratar un traslado en remise desde la ciudad argentina hasta la entrada al parque brasileño y pagar al chofer la espera de dos o tres horas. Por supuesto, es menos complicado y más seguro sumarse a una excursión en Puerto Iguazú y dejar que la agencia de turismo se encargue de la logística de los traslados. Pero asegúrese de que el paseo le dará suficiente tiempo en los lugares que quiere ver allí. Y si incluye un almuerzo en un buen restaurante en Foz, mejor.

Para los ciudadanos de la Argentina, otros países del Mercosur y la mayoría de los otros países sudamericanos, un documento nacional de identidad es suficiente para entrar en Brasil como turista.
A los demás viajeros les lleva tres días conseguir una visa de turista en Buenos Aires para ir a Brasil, y es mejor que quien no es de uno de los países favorecidos consiga una antes de partir. Para acceder a una visa, hay que mostrar un pasaje de ida y vuelta al país de origen de su viaje y un extracto de su cuenta bancaria, además de una foto de 4cm x 4cm y un pasaporte con una validez de por lo menos los próximos seis meses. El costo depende de lo que los brasileños deben pagar para ingresar al país de origen de cada viajero extranjero. Los norteamericanos son los que deben pagar más, y aun las personas de esa nacionalidad con residencia legal en un país del Mercosur están obligadas a tramitar una visa para ingresar a Brasil, aunque sea por un par de horas. Vea los requisitos en http://www.conbrasil.org.ar/.
La mejor solución es ir desde Puerto Iguazú con una excursión organizada por una agencia de viajes, que le conseguirá una visa si usted cumple con todos los requisitos. Pero asesórese antes de hacer su reserva.
Brasil recomienda a los viajeros que se hagan vacunar contra la fiebre amarilla 10 días antes de ingresar a su territorio. Si usted proviene de un país donde la enfermedad es endémica o se ha producido un brote de la misma, un certificado internacional de vacunación será requisito de ingreso. En Buenos Aires, puede vacunarse en Ing. Huergo 690; para detalles, llamar al 4343-1190.

Las represas brasileñas
El turista que viaja tan lejos para llegar hasta este lugar en el extremo noroeste de la provincia argentina de Misiones debe intentar ver ambos lados de las cataratas antes de irse. Pero es recomendable saber qué volumen de agua hay en las mismas antes de hacerlo.
Las cinco represas hidroeléctricas que fueran construidas sobre el alto Río Iguazú en Brasil durante los últimos 30 años abren sus compuertas cuando llueve mucho, y el agua se despeña grandiosamente de todos los 275 saltos como lo hacía antes de la década del 70. Pero cuando una sequía afecta la región y las represas retienen agua para atender sus necesidades de generación de energía, solamente tres de esas 275 cataratas –la Garganta del Diablo, en la frontera entre ambos países, y los saltos San Martín (la foto de tapa) y Bossetti, ambos en la Argentina– reciben suficiente agua para ser de interés. Es una verdad de Perogrullo que un viaje a Brasil para obtener vistas panorámicas en esas condiciones casi no vale la pena.
Y, créalo o no, el proyecto brasileño de construir una sexta represa sobre el río Iguazú sigue viento en popa. Empezará a producir electricidad a sólo 500 metros del extremo este del parque nacional brasileño en 2011.

Las mejores posibilidades de ver un volumen normal de agua en las cataratas se producen durante la temporada de lluvias, que por lo general se extiende desde noviembre hasta marzo.

FOTO CRÉDITOS: Salto San Martín, Marcelo Imbellone. Turista tentando coatis con bolsa de comida para sacar una foto, Bonnie Tucker. Tren en el parque argentino, Iguazú Argentina. Mirando huellas de animales en el parque argentino, Rainforest. Torre de observación en el parque brasileño, Marcelo Imbellone. Pasarela sobre un salto en el parque brasileño, Marcelo Imbellone. Mapa, Iguazú Jungle Explorer (Argentina). Salto Bossetti, Marcelo Imbellone.