Historias valdivianas

La “Ciudad de los ríos” chilena combina pasado y presente.

Bonnie Tucker / FST
Luego de años de reclamar en forma insistente por su propio espacio administrativo, Valdivia, la provincia más norteña de la Región de los Lagos chilena, finalmente vio su sueño hecho realidad en marzo de 2007, cuando la Presidenta Michelle Bachelet firmó la ley que la convirtió, junto con una provincia vecina, en la Región de los Ríos.
Como indica su nombre, los 18.429 km2 que ocupa entre la Región de los Lagos y la Araucanía contienen muchos ríos. Tres de ellos convergen en la ciudad de Valdivia, capital de la nueva región, que se emplaza a 19 km tierra adentro del Océano Pacífico.
Los lugares con nombres españoles, mapuches y alemanes que aparecen en mapas del centro de la ciudad y sus alrededores dan una noción de sus comienzos tumultuosos.
Arrasada por los mapuches a los 46 años de su fundación en 1552, Valdivia fue reconstruida en 1684 para convertirse en la plaza fuerte más austral de la Corona española, con varias fortificaciones en torno a la bahía en la desembocadura del río Valdivia. Su reputación de invencible tuvo un final abrupto con un ataque inesperado de patriotas chilenos en 1820. Los inmigrantes alemanes que llegaron más tarde en el siglo XIX construyeron astilleros, aserraderos y otras industrias que crearon prosperidad.

Hoy día, los 150.000 habitantes de esta animada ciudad se dedican a lo suyo a paso vigoroso en calles limpias que separan hileras de prolijos edificios modernos hechos de hormigón armado, con algunas centenarias casas de madera mezcladas.
Valdivia es una próspera ciudad universitaria que atrae a viajeros cosmopolitas con inquietudes culturales. Está llena de albergues juveniles que captan ese tipo de pasajeros, y también cuenta con varios hoteles de lujo en edificios modernos, o casonas remodeladas que datan de principios del siglo XX.
La Isla Teja, donde se fabricaron tejas en la época colonial, alberga la Universidad Austral, cuyos estudiantes imprimen a las calles de la ciudad su aspecto joven y progresista. Rodeada por los tres ríos, también contiene un jardín botánico, un parque y museos de historia y arte moderno.

En el mercado fluvial municipal, a cuyos fondos lobos marinos y cormoranes compiten por los restos que se tiran al agua, los puesteros venden pescados tales como salmón, merluza y corvina, además de cholgas, erizos y un sinfín de otros manjares marinos.

Entre ellos y la vereda de enfrente al mercado, otra hilera de puestos ofrece una colorida selección de productos frescos que incluye desde cachiyuyos (algas comestibles usadas en sopas) hasta frutas, verduras y dientes de ajo gigantes, cada uno de los cuales tiene el tamaño de lo que en otras partes se considera una cabeza normal.

Tortas, chocolates y cerveza
Agregan condimentos a esta mezcla de los productos de mar y campo, tan típica del litoral chileno austral, las tradiciones en dulces y bebidas que los inmigrantes alemanes llevaron al país en los siglos XIX y XX.
Entrelagos, una empresa que comenzó como confitería hace más de 30 años, hoy vende 50 diferentes tipos de tortas y tartas y helados de 24 sabores distintos, además de fabricar chocolates y vender al por menor ropa tejida y artesanías de alta calidad. Alter Fluss, una confitería de más reciente fundación, se especializa en mazapán y chocolates rellenos de frutas tales como melón, kiwi, papaya o dátiles, y no se priva de tentar los paladares audaces con otra línea de confituras que combina chocolate con una pizca de pimienta, orégano, estragón o hasta ajo.
Sin embargo, la mayor contribución de Valdivia a la gastronomía del sur de Chile es la cerveza, gracias al primer grupo de inmigrantes que el gobierno chileno afincó en la región a fines del siglo XIX.
La Cervecería Kunstmann, la productora de cerveza más grande y famosa, cuenta con un restaurante, un pub, y un interesante museo donde un guía explica cómo se elabora la bebida, y la importancia que ha tenido para Valdivia a través de los años. Los visitantes pueden degustar seis tipos de cerveza acompañados por exquisitas tablitas para picar antes de hacer su pedido. En el pub, los bebedores serios que se ponen de acuerdo sobre la cerveza de su preferencia al inicio de la noche se sientan en mesas grandes en cuyo centro se yergue una gran columna de vidrio llena del preciado líquido, de la que se sirven a voluntad. Cuando el camarero ve disminuir el nivel de la columna de una mesa, va y la llena de nuevo. Varias páginas de Internet enseñan el maridaje de comidas con distintos tipos de cerveza.

Las mayores atracciones turísticas son las ruinas de los fuertes españoles en las ciudades de Corral y Niebla, cuyos emplazamientos enfrentados en la desembocadura del río amenazaron con someter a un fuego cruzado a las naves invasoras. El 2 de febrero de 1820, las tropas de un escuadrón naval chileno desembarcaron en una playa al sur, tomaron el fuerte de Corral en un ataque sorpresivo por tierra, y rápidamente lograron el control del resto de las fortificaciones en la zona. Durante los meses de enero y febrero, los lugareños hacen dos “recreaciones históricas” de la Batalla de Corral por día. Luego de cada presentación, los jóvenes que hicieron los papeles de españoles y patriotas posan para fotos a cambio de dinero.

Dos eventos traumáticos
Las casas de madera de excelente factura que se ven en el antiguo centro de la ciudad son a la vez los restos de la antigua Valdivia construida por los primeros inmigrantes europeos, y recuerdos de dos de los eventos más traumáticos de la historia chilena. Su estructura, que les dotó de flexibilidad, les permitió resistir el peor terremoto del mundo, que el 22 de mayo de 1960 hundió dos metros la ciudad y los valles fluviales circundantes. El sismo, que se sintió en todo el sur de Sudamérica, midió más de 9.5 en la escala Richter, y las olas gigantes que produjo alcanzaron Japón, Hawai, las Filipinas y la costa Oeste de los Estados Unidos, segando cientos de vidas. La ola principal entró en la Bahía de Corral con una altura de 10 metros y llegó a Valdivia con 7 metros. Durante los siguientes 20 días, hubo más de 30 sismos menos intensos, con olas adicionales de hasta 6 metros. Hubo ríos que cambiaron de curso, lagos aparecieron de la nada, y el volcán Puyehue entró en erupción. Casi la mitad de las casas de la ciudad fueron destruidas, dejando a 20.000 personas sin hogar. Las víctimas en Valdivia misma –15 muertos y 100 heridos– fueron afortunadamente pocas porque Concepción y Curanilahue habían padecido grandes terremotos el día anterior, y la mayoría de los habitantes habían huido a tierras altas como una medida preventiva. En el resto de la 10ª Región 4.000 personas murieron, 3.000 sufrieron heridas y 2 millones perdieron su hogar en localidades más cercanas al mar. En todo Chile la mortalidad fue de 24.000 personas. Vea www.wikilosrios.cl/index.php/Terremoto_de_1960 para saber cómo Valdivia lidió con el cataclismo.
Fue la decisión de la población y sus autoridades lo que evitó otro desastre que podría haber hecho mucho más daño. A 90 km hacia el este, el sismo había derrumbado tres cerros sobre el río San Pedro, produciendo un gigantesco dique natural que obstaculizaba el drenaje del lago Riñihue y de seis otros lagos cuyas aguas le llegaban a través de sendos ríos. Si la presión del agua detrás del dique conseguía romperlo, los 100.000 habitantes del valle de San Pedro y Valdivia aguas abajo hubieran perecido debajo de una ola de barro y agua más alta que cualquier tsunami. Toda la maquinaria vial de Chile fue enviada inmediatamente a Riñihue, y todos –empleados gubernamentales, militares, trabajadores del sector privado y voluntarios civiles– trabajaron contra reloj para desactivar el peligro. Se construyeron represas en todos los lagos para reducir el flujo del agua, y terraplenes para proteger puentes y caminos a medida que se iba bajando el nivel del gran dique de tierra en forma controlada durante un período de dos meses: el famoso “riñihuazo”, que salvó la ciudad. Ver http://nereaysaraciencias.blogspot.es/ para más detalles sobre esta gran hazaña lograda por cientos de héroes anónimos.
Todo eso sucedió hace casi 50 años, pero en Chile todavía hay muchas personas que se acuerdan de cada detalle, y el Gran Terremoto de Valdivia figura en el discurso de todos los guías de turismo.

Conexiones y opciones
La fisonomía angosta y dominada por los Andes que caracteriza Chile le da a Valdivia rápido acceso a balnearios lacustres en pintorescos paisajes volcánicos, y el invierno lo pone a tiro de varios centros de esquí en los mismos lugares.

El volcanismo siempre latente de la región también le ha dotado de muchos centros termales que funcionan todo el año.
En el verano los 250 km de ríos navegables que circundan Valdivia se usan para la práctica de deportes acuáticos, y las anchas playas oceánicas más allá de Niebla tientan a los amantes de Febo.
Valdivia está a 178 km del complejo termal Puyehue en el umbral de la entrada al paso Cardenal Samoré que lleva a la Argentina, y a 210 km de Puerto Montt, ambos cercanos a centros de esquí. Queda a 141 km de Pucón, la exclusiva ciudad andina que se encuentra cerca del volcán Villarrica que alberga otro centro invernal, y está próxima a 13 spas termales, entre ellos Huife y Termas Geométricas. Por otra parte, la capital de la nueva Región de los Ríos está a sólo 220 km del paso Hua Hum que lleva a la ciudad argentina de San Martín de los Andes.
Información: +56-63-278100 o http://www.valdiviachile.com/ y +56-63-342300 o http://www.sernatur.cl/.

FOTO CRÉDITOS: Un remolcador a vapor hecho en 1907 en el río Valdivia, Bonnie Tucker. La plaza principal de Valdivia, Bonnie Tucker. El mercado fluvial de la ciudad, Bonnie Tucker. Frutos de mar en el puerto fluvial, BonnieTucker. Salón de eventos de la Cervecería Kunstmann, Cervecería Kunstmann. Recreación de la Batalla de Corral, Bonnie Tucker. Turistas posan con actores luego de la recreación de la batalla, Bonnie Tucker. Antigua casa de Corral, Marcelo Imbellone. Esquiadores en el centro de esquí del volcán Osorno, Volcán Osorno. Termas Geométricas, Bonnie Tucker.