La temporada de cruceros 2009/2010 en la Argentina

Buenos Aires tiene mejores expectativas que los puertos patagónicos.

Bonnie Tucker / FST
Para los cruceristas que optan por nuestras aguas del lejano sur, la Argentina puede ser el comienzo o el final de un crucero por las playas brasileñas por un lado, o de excursiones de aventura versión light por santuarios de la fauna patagónica, la Antártida, o los fiordos chilenos por otro. La gran divisoria entre los dos tipos de disfrute es la terminal de pasajeros Benito Quinquela Martín del Puerto de Buenos Aires, que espera 155 recaladas (o más de 300.000 pasajeros) durante la temporada 2009/2010, según la Administración de Puertos. Se trataría de 13 arribos más que el verano pasado, cuando los 260.000 cruceristas que pasaron por la terminal establecieron un nuevo récord de temporada, y la estación terminal se vio obligada a atender a hasta 14.000 pasajeros de siete barcos en un solo día. Hasta ahora, se han confirmado 143 arribos para la presente temporada. Hace poco, el gobierno argentino anunció su intención de incrementar la capacidad de atención de la terminal a 12.000 pasajeros por día para 2010/2011.
La terminal está a menos de un kilómetro del centro de Buenos Aires, pero es riesgoso caminar en la zona portuaria entre el barco y el centro; los pasajeros deben movilizarse en ómnibus de turistas o en taxis.
Con la excepción de unas pocas embarcaciones “de expedición” que se reposicionan entre el Árctico y la Antártida al inicio o al final de la temporada que va de octubre a abril, o de barcos de gran lujo que recalan en el puerto en el curso de viajes alrededor del mundo, las naves que hacen uso de los servicios del Puerto de Buenos Aires entre octubre y marzo son aquellas que van y vienen entre la capital argentina y los puertos brasileños (la mayoría), o entre ella y Chile.
Pareciera que los destinos de crucero del lejano sur de la Argentina han sufrido los efectos de la crisis económica internacional y los temores de una pandemia de influenza porcina más que Buenos Aires. Las expediciones a la Antártica y los largos itinerarios de la ruta Buenos Aires-Valparaíso son mucho más caros que los cortos viajes de placer por las playas brasileñas, y los pasajeros que los pueden pagar (o que se interesan por ellos) provienen por lo general de Europa y los Estados Unidos, donde la gente planifica sus viajes con un año de anticipación. Ojalá tengan mejor suerte en 2010/2011.

Hasta ahora, Ushuaia en Tierra del Fuego en el extremo sur de la Argentina está esperando 313 recaladas de 45 barcos de cruceros para la presente temporada. De estas 45 naves, 32 usarán la ciudad como base para cruceros a la Antártida, distante tan solo 1.000 kilómetros. Serán menos arribos que los 373 (100.400 pasajeros) de la temporada 2007/2008 y las 400 recaladas del año pasado, cuando se atendieron hasta 8,000 pasajeros en un solo día. El muelle – que se usa para pasajeros y carga – desemboca directamente en la Avenida Maipú y la mejor parte del centro de la ciudad.

Puerto Madryn, el puerto chubutense de la costa patagónica que se ubica entre Buenos Aires y Tierra del Fuego, espera 33 recaladas, o más de 60.000 turistas, durante la presente temporada. Pero estas cifras también marcan un retroceso sobre las del año pasado, que había superado en un 15 por ciento las de 2007/2008, cuando llegaron 66.300 pasajeros. Esta ciudad tiene dos muelles. El Muelle Luis Piedrabuena de pasajeros desemboca directamente en la Avenida Roca y la buena zona céntrica, donde se encuentra la oficina de turismo municipal que siempre es de gran ayuda al visitante. Sin embargo, el Muelle Almirante Storni de carga y pesca – adonde se envía a los cruceros que no tienen lugar en el muelle de pasajeros – no tiene para nada una ubicación cómoda; se encuentra a 6 km del centro.
La industria internacional de cruceros está en vías de reconvertirse casi en su totalidad a naves enormes que llevan a bordo poblaciones de más de 3.000 pasajeros y tripulantes. Un barco de tales dimensiones, cuya eslora y calado le niegan un amarre en un muelle de los de antes, está obligado a echar ancla en algún lugar más o menos cercano y enviar a sus pasajeros a tierra en los pequeños barcos de traslado que tiene para tal fin – un procedimiento que se convierte en cuello de botella cuando mucha gente quiere ir y volver. Las economías de escala ofrecidas por los grandes barcos hacen que sus cruceros tengan precios accesibles, pero muchos pasajeros terminan cambiando desembarcos por los lujos brindados por la vida a bordo (que, dicho sea de paso, les pueden resultar más costosos que excursiones y recuerdos comprados en tierra).

Cuando varias de dichas naves gigantes llegan a un puerto en simultáneo, sus tamaños y la suma de sus poblaciones pueden crear serios problemas logísticos para la administración portuaria, la industria turística local, y los pasajeros mismos, que son tantos que pueden llegar a pasar la mayor parte del tiempo asignado para el puerto en cuestión, esperando para desembarcar y reembarcar.
Algunas de las empresas líderes de cruceros también ofrecen barcos en el extremo opuesto del espectro – grandes yates y pequeñas naves de lujo para pocos pasajeros que pueden pagar precios astronómicos para atención personalizada a bordo y fácil acceso a puertos y lugares naturales impolutos.

Pros y contras de los puertos
Buenos Aires es el único puerto argentino con una terminal de pasajeros que puede llamarse así, y el único que está abocándose a la solución del problema de los barcos cada vez más grandes. Sin embargo, estos esfuerzos pueden tener su límite. La capacidad de amarre es de 585 metros, y la profundidad de calado al lado del muelle de unos 10 metros. El puerto no puede ser dragado a una profundidad mucho mayor porque su canal de acceso cruza el ancho estuario del Río de la Plata cargado de sedimentos que permanentemente deshacen el trabajo de las dragas. Si el puerto y su terminal estuvieran reubicados en un lugar más alejado del río, el tiempo necesario para los traslados a la ciudad de Buenos Aires harían menos atractivas las excursiones para muchos visitantes, si no directamente imposibles por falta de tiempo.

Puerto Madryn preside sobre un puerto profundo natural que no necesita dragado. Sus dos muelles – el Luis Piedrabuena de 400 metros de largo y el Almirante Storni de 1.500 metros – tienen una profundidad de calado de 11 metros. Le falta una terminal de pasajeros y la mayoría de los negocios cierran durante la tarde. Sin embargo, los pasajeros compran en la mesa de turismo del barco excursiones que les muestran la fauna local, un museo de paleontología o una estancia de ovejas, o les ilustra la historia de la colonización galesa en la región.
Ushuaia también posee un puerto profundo natural. Cuenta con una terminal multiuso y un muelle ancho con 1.163 metros de atraque y una profundidad de calado de 11 metros. Los pasajeros que tienen poco tiempo para este puerto generalmente compran una visita guiada del Museo Marítimo y del Presidio o una excursión al Parque Nacional Tierra del Fuego. Quienes disponen de un día en Ushuaia pueden ver a pie, mapa en mano, los cuatro museos muy interesantes con que cuenta la ciudad.

Los pasajeros que se dirigen hacia el sur tienden a entusiasmarse más con la fauna de Puerto Madryn que quienes llegan procedentes de Ushuaia en el sur, donde ya vieron pingüinos y lobos marinos. Sin embargo, los paisajes e historias de las dos ciudades son suficientemente diferentes para merecer desembarcos en ambas. Y Ushuaia no tiene ballenas o toninas para ofrecer.
No obstante sus considerables atractivos naturales e históricos, ambas ciudades deberían construir buenas terminales de pasajeros con baños, restaurantes y salas de espera, además de extender sus muelles hasta aguas más profundas para acomodar barcos de cruceros que se construyen cada vez más grandes. La construcción de una terminal para lo que en realidad es una corta temporada de cruceros podría justificarse económicamente si las instalaciones sirvieran como un centro cultural multipropósito durante los largos meses sin cruceros en el puerto.

FOTO CRÉDITOS: Puerto de Buenos Aires, Administración del Puerto de Buenos Aires. Puerto de Ushuaia, Ricardo Marengo. Muelle Piedrabuena pier, Puerto de Puerto Madryn, Bonnie Tucker. Interior de un barco de la línea Holland American, Holland America Line. Guanacos y ovejas en la Estancia San Guillermo cerca de Puerto Madryn, Bonnie Tucker. Museo del Presidio en Ushuaia, Bonnie Tucker.