Un encuentro de Fin de año

La historia detrás de la ceremonia riojana del Niño Alcalde.

Bonnie Tucker / FST
A mediodía del último día del año, el momento decisivo en la historia de la ciudad de La Rioja es conmemorado por el Intendente y dos imágenes religiosas durante una ceremonia que se celebra en la esquina de la plaza principal frente a la Catedral y la Casa de Gobierno provincial. La imagen de San Nicolás de Bari, el patrono de la ciudad, es sacada de la Catedral y llevada a la esquina por los miembros de la cofradía de los Alféreces, que representa a los españoles de la época colonial. La imagen del Niño Alcalde es transportada desde la Iglesia de San Francisco de Asís hasta la plaza por los integrantes de la cofradía de los Aillis, que ejerce la representación de los diaguitas.
La imagen de San Nicolás – y todos los dignatarios y vecinos reunidos en la plaza – se arrodillan tres veces frente al Niño Alcalde. Acto seguido, el Intendente efectúa una entrega simbólica de las llaves de la ciudad al Niño Alcalde, cuya imagen es llevada dentro de la Catedral junto a la de San Nicolás. Tres días después, el 3 de enero, se realiza una ceremonia mucho más sencilla, en la que la imagen del Niño Alcalde se despide de San Nicolás y es llevada de vuelta a la Iglesia de San Francisco de Asís.
La ceremonia del 31 de diciembre, denominada “Tinkunaco” – que significa “encuentro” o “fusión” en voz quechua – conmemora un pacto de no-agresión que los indios y los colonos españoles sellaron en 1593, cuando miles de indígenas, que estaban hartos de la esclavitud a la que los españoles los obligaban, habían marchado sobre la ciudad para exigir la remoción del alcalde. Los españoles eran pocos, pero tenían armas de fuego y cañones. Sin embargo, los indígenas eran muchos y amenazaban con embalsar un río en las montañas para dejar la ciudad sin agua. Los españoles pidieron la mediación del padre Solano, quien ya era famoso en la región por la forma en que cautivaba a los indígenas cantando bellas canciones y tocando el violín.

El cura les dijo a los indígenas que Cristo había sido una buena persona como ellos, y a los españoles los retó por su comportamiento poco cristiano. Los indígenas terminaron aceptando bautizarse a cambio del “reemplazo” del alcalde español por una imagen del Niño Jesús. En 1624, los jesuitas inventaron la Fiesta del Tinkunaco para conmemorar e institucionalizar el acuerdo arreglado por el padre Solano. El cura ingenioso, el primer santo del Nuevo Mundo, fue canonizado en 1726.
Excursiones imperdibles a lugares no muy lejos de la ciudad de La Rioja: Quebrada de los Cóndores, un cañadón donde cóndores curiosos se acercan a los visitantes;
y el Parque Nacional Talampaya en La Rioja (foto abajo), junto con el Parque Provincial Ischigualasto (Valle de la Luna) en San Juan, ambos famosos por sus geoformas erosionadas.

http://www.turismolarioja.gov.ar/

FOTO CRÉDITOS: Antigua imagen del Niño Alcalde, y traje de ailli, ambos en exposición en el Museo Folklórico de La Rioja, Bonnie Tucker. Quebrada de los Cóndores, cortesía de Sandra Bonetto. Parque Nacional Talampaya, cortesía de Sandra Bonetto.