Bonnie Tucker / FST
¿Hartos de la cultura de la dieta perpetua con que nos han alimentado durante años los gurúes de la delgadez, los gimnasios y los fabricantes de los sustitutos alimenticios y aparatos de gimnasia para el hogar, que además son anunciantes en medios que publican kilos de artículos que ponen en el candelero a las modelos anoréxicas, promocionan las diversas formas de moldear el cuerpo, y machacan con lo malo que es ser gordos?
Por lo menos una o dos veces al año, muchos de nosotros tenemos ganas de patear el tablero sentándonos a saborear algo dulce, pero la repostería fina no forma parte de la tradición culinaria argentina enraizada en las proteínas o el dulce de leche para todo lo demás. Las más de las veces, los golosos tienen que contentarse con unas medialunas que acompañan el café con leche de la mañana, o un flan, una ensalada de fruta o un helado poco imaginativo al final de una pesada comida centrada en la pasta o el bife. Quienes quieren la cosa verdadera en repostería deben buscarse una confitería que sirve una infusión fina a elección con una selección de pequeñas porciones de tortas y tartas recién horneadas cuya única misión es deleitar al comensal con sus combinaciones de sabor, textura, colores y decoración.


FOTO CRÉDITOS: Tarta de queso crema con gajos de pomelo. Dacquoise “Medicis.” Courtesy Caesar Park Buenos Aires.